Desprenderse para seguir, para crecer.
Así dicen… Que hay que ir desprendiéndose de pequeñas y grandes cosas, porque con cada desprendimiento somos un poco más libres, más felices.
Desprenderse de lo material y también de lo ideológico, desprenderse de lo que se siente, para quedarte con lo que no sientes, y así poder “ver” desde otro ángulo.
Desprenderse de todo, incluso de lo que tan claro veías para quedarte otra vez a oscuras…
Seguir desprendiéndose, incluso de la piel, incluso, de un trocito de corazón, porque es verdad que con cada desprendimiento nos hacemos más libres, y también es verdad que con cada desgarro nos queda una herida nueva…
Desprenderse no es fácil, no es de un momento al otro, es más bien ir soltando poco a poco, despacio y con cierta imperceptible resistencia, porque desprenderse es quizá también morir un poco, sin testigos, sin rastros , sin incluso dolor, porque claro has de desprenderte también de tu propio dolor y eso debería ser entonces amor.