A medida que el tiempo pasa lo voy teniendo más claro.
No hago fotos para afuera, mis fotos son para adentro. Las imagino como hojas que van cayendo por el interior de la persona mientras las ve por primera vez. Van cayendo suavemente para depositarse en el fondo profundo y sencible de esa persona mientras las asimila en ese mirar. En ese fondo íntimo y personal maduran y permanecen por siempre.
Mis fotos son modestas, no persiguen adulaciones, no esperan premios ostentosos. Son fotos sencillas de personas reales más que de modelos que estarán en un book de agencia top. Mis fotos no tienen luces estudiadas ni encuadres artísticos que lo flipas! Pero tienen alma porque estan concebidas desde el respeto y relación con quien tengo delante. Estan hechas desde la belleza del momento compartido y sólo pretenden hacer sentir bien al alma que se expone tan vulnerable delante el lente.
Mis fotos puede que no lleguen a ser expuestas en el Moma porque su destino natural son las mesitas de luz, porque están eternamente ligadas a las personas y situaciones concretas, íntimas, pequeñas pero eternas.
Mis fotos puede que no sean íconos mundiales pero puede que sí se conviertan en íconos familiares que pasaran de generación en generación.
Mis fotos son humildes melancolías que pretenden iluminar el corazón de quien las posee cada vez que las vuelve a mirar.
Mis fotos más que bonitas las imagino como chispitas que producen sonrisas, que dialogan y van mucho más allá de una sonrisa, un gesto, una mirada.
Mis fotos están hechas con verdadero amor y concebidas desde mi eterna melancolía, mis dolores, mis limitaciones, mis zonas oscuras… porque desde ahí siempre puedo ver la luz del presente… porque me redimo en cada click y jamás te olvidaré.
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